Demontando mitos viajeros: los San Bernardo no llevan un barril de brandi al cuello

Demontando mitos viajeros: los San Bernardo no llevan un barril de brandi al cuello
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Si viajáis a Suiza es muy posible que esperéis encontrar un San Bernardo con uno de esos barriles de brandi colgado del cuello. Siento desilusionaros: lo del barril es tal falso como la existencia de Heidi.

Contemplar de frente a un San Bernardo es como tomarse de golpe una garrafa de tila. Es imposible no dejarse contaminar de la pachorra que desprenden todos sus movimientos (o la ausencia de ellos). Su mirada (cuando tiene ganas de mantener los párpados abiertos) es tan ausente y desprovista de emoción que uno puede llegar a pensar que, ante un ataque terrorista, aquel perro se mantendría impertérrito. Como quien oye llover.

Popularmente siempre se ha creído que estos perros de aspecto campechano y adorable transportan barriles de brandi en el cuello a fin de salvar a los viajeros que se han perdido en la nieve. La verdad es que los San Bernardo no llevan ningún barrilete al cuello.

Y mucho menos de brandi o cualquier otro alcohol: el alcohol es la peor solución para combatir la hipotermia, porque si bien es cierto que puedes sentir calor en la garganta al tragarlo, el alcohol es un vasodilatador, así que produce frío en el cuerpo, y no calor.

Lo que sí hacen los perros San Bernardo es ser entrenados como perros de rescate, ya que sus cuerpos de más de 100 kilogramos y su amplio pecho les permiten abrirse camino en la nieve, mientras se valen de un buen sentido de la orientación para encontrar el camino de vuelta a casa incluso en mitad de la tormenta y la ventisca más fuerte.

Antes de que esto ocurriera, eran usados por los monjes del convento del paso Gran San Bernardo (la ruta alpina que une Suiza con Italia) para transportar comida, ya que su gran tamaño y su carácter dócil los convertían en excelentes animales de carga.

El responsable de que todos imaginemos a un perro San Bernardo con un barril de brandi al cuello fue un joven artista inglés llamado Edwin Landseer (1802-1873), famoso por sus pinturas de paisajes y animales, sobre todo por El monarca de la cañada. En 1831 pintó una escena titulada Mastines alpinos reanimando a un viajero en apuros, en la que aparecen dos San Bernardo, uno de los cuales lleva un barril de brandi en miniatura atado al cuello.

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Landseer añadió aquel barril exclusivamente como elemento decorativo, pero ya nadie pudo evitar asociar esos barriles con los mastines alpinos (el nombre más usado antes para esta clase de perros: el nombre de San Bernardo también lo popularizó el artista de marras).

Uno de los primeros San Bernardo que salvó vidas fue Barry el Grande: rescató a 40 personas entre 1800 y 1814. Cuando fue a rescatar a la persona 41 resultó que no era una persona sino un lobo, un lobo que lo mató. Barry (que significa “osito” en dialecto bernés) fue embalsamado y actualmente ocupa un lugar de honor en el Museo de Historia Natural de Berna. Además, el mejor cachorro de cada camada que nace en el Hospicio de San Bernardo recibe su nombre.

Se calcula que los San Bernardo han llevado a cabo más de 2.500 rescates desde 1800. Pero en los últimos 40 años no ha habido ninguno: el monasterio ha decidido vender los perros y sustituirlos por helicópteros, que no son tan adorables pero sin duda resultan mucho más eficaces. Y no, tampoco los helicópteros transportan barriles de brandi.

Via | Ya está el listo que todo lo sabe
Fotos | Flickr

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