Islas Eolias: El volcán Stromboli

Islas Eolias: El volcán Stromboli
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Como pasa con todas las grandes montañas del mundo, a menudo el volcán Stromboli reclama respeto a los visitantes. Aunque aquí jamás será la nieve lo que nos prive de acercarnos a la montaña, sino el mar. El sistema de comunicaciones entre las islas puede ser claramente inapropiado en términos de confort cuando el mar está ligeramente agitado y a finales de octubre esto suele suceder con bastante frecuencia. No en vano las islas se llaman eolias, y es mar abierto lo que las une.

Afortunadamente, el fabuloso espectáculo natural que nos ofrece Stromboli sin duda se merece padecer algunas molestias.

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Después de un agitado trayecto de unas tres horas desde la isla Salina, con parada en Panarea, al principio Stromboli no es más que un cono humeante perdido en el mar, pero finalmente aparece la montaña negra con todo su esplendor. Stromboli es un nombre mítico, un volcán violentamente escupido por el mar de casi 1.000 metros de altura, cincelado por ríos de lava y en constante actividad. Poco más de 400 personas viven permanentemente en la isla, en las localidades de Stromboli y Ginostra, aunque en verano la población puede alcanzar las 4.000 personas. Y al tocar tierra firme uno se pregunta por qué alguien, un día, decidió que iría en barco hasta los pies de un volcán en actividad y se quedaría allí.

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La isla ha estado habitada desde tiempos remotos, y en el siglo XIX su economía se basaba en una próspera actividad pesquera y en la producción agrícola de viñedos y aceite. Con el tiempo, el empeoramiento de las condiciones económicas sumado a las violentas erupciones del primer tercio del siglo XX provocaron una masiva despoblación. Ahora Stromboli, como todas las Eolias, depende exclusivamente del turismo, hasta el punto que en plena temporada alta será muy difícil encontrar alojamiento. Al otro lado de la isla se encuentra Ginostra, un diminuto pueblo de sólo 17 habitantes colgado en una ladera escarpada e incomunicado con Stromboli por carretera, donde las condiciones de vida son extremadamente difíciles durante todo el año, incluso hoy en día. Hasta hace tres años, Ginostra ni tan siquiera contaba con suministro eléctrico.

Tras un pequeño paseo desde el puerto de Stromboli accedemos a la iglesia de San Vicenzo, desde donde se aprecia todavía mejor cómo la actividad volcánica es una constante en la vida de los strombolianos.

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Una opción muy recomendable es contratar la única agencia autorizada que realiza ascensiones a pie hasta la cima del volcán, en unas cinco horas. Desde arriba se puede observar el magma incandescente de las bocas eruptivas, situadas 200 metros más abajo. También se puede rodear la isla en barco por la noche para observar las rítmicas y violentas erupciones que se repiten aproximadamente cada 20 minutos, perceptibles desde kilómetros de distancia.

En la web del Instituto Nazionale de Geofisica e Vulcanologia podemos acceder a cuatro webcam que nos muestran la actividad eruptiva del volcán en directo.

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