La aventura de la primera persona que cruzó Estados Unidos en coche
Cajón de sastre

La aventura de la primera persona que cruzó Estados Unidos en coche

Viajar, cambiar de escenario, permite ahuyentar la monotonía y las cosas que nos hacen infelices. Permite contemplar los problemas con perspectiva. Y también nos ayuda a conocernos mejor a nosotros mismos, como ya nos mostró literariamente Jack Kerouac en su obra icónica On the road.

Un poco menos conocida, pero mucho más estrafalaria, fue la aventura de un médico llamado Horatio Nelson Jackson, que fue quien realizó el primer viaje en coche coast-to-coast al recorrer en 1903 los más de 5.000 km que separan San Francisco de Nueva York a lo largo de más de dos meses de trayecto.

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Tamaña aventura, sin embargo, nació de una simple apuesta, una apuesta muy similar a la que empujó a Phileas Fogg, el personaje ideado por Julio Verne, a dar la vuelta al mundo en 80 días. En un club universitario de San Francisco, Nelson Jackson se apostó que el coche no era un simple capricho para ricos, y que acabaría siendo un medio de transporte más para viajar. La apuesta ascendió a cincuenta dólares, pero la travesía le costó a Nelson Jackson más de 8.000.

Sin carretera y con un perro con gafas

Uno de los primeros detalles que llaman la atención del gran viaje de Nelson Jackson es que solo un porcentaje muy pequeño del viaje se realizó sobre una carretera asfaltada. La razón es obvia: en 1903 aún no habían demasiadas carreteras. Es decir, que gran parte de este viaje on the road, en realidad, se hizo campo a través, lo que complicó enormemente el viaje, poniendo a prueba la resistencia del Winton Tourer adquirido de segunda mano por tres mil dólares.

El viaje de Nelson Jackson a bordo de Vermont, que así había bautizado a su coche, no fue a solas, sino acompañado de Sewall K. Crocker, un aficionado a las bicicletas y la mecánica, que se ocupaba del mantenimiento del coche, y Bud, un bulldog.

Bud, además, parecía un ocupante más, un personaje antropomórfico de dibujos animados, debido a las gafas que llevaba puestas durante todo el viaje. Al parecer, sufrió de irritación ocular, y era la única forma de soportar un viaje en una época en la que aún no existían parabrisas.

Photo Bud Portrait

Larga travesía

Aquel viaje duró más de dos meses porque Nelson Jackson tampoco tenía demasiada experiencia conduciendo, los mapas no eran precisos y, además, llevaban el equipaje cargado hasta el máximo. Los faros alumbraban tan poco que los retiraron para soltar un poco de lastre.

El mayor problema, sin embargo, lo que verdaderamente les hacía perder más tiempo, eran los continuos reventones de los neumáticos. Una circunstancia esperable habida cuenta de la falta de carreteras. También se quedaron con el tanque de combustible seco en varias ocasiones. El vehículo se averió en diversas ocasiones. Y lo peor ocurrió a la altura de Rawlins, Wyoming, cuando incluso tuvieron que solicitar nuevas piezas a la fábrica de Winton en Ohio para arreglar a Vermont.

La prensa se hizo tal eco de aquella aventura que, cada vez que llegaban a un pueblo o una ciudad, les recibían con los brazos abiertos. En el tramo final, incluso, una caravana de coches les siguió en fila india como homenaje, al más puro estilo Forrest Gump. Y finalmente, el 26 de julio de 1903, Vermont entró ronroneante en Manhattan. Eran las cuatro de la mañana, así que nadie había salido a recibirlos.

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