Embajada a Samarcanda. Albania.

Embajada a Samarcanda. Albania.
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Albania es una nación tan surrealista que parece una broma. Lo comprobé durante mi viaje balcánico del 2010 para escribir Europa Lowcost ¿Qué se puede esperar de un Estado cuyo idioma oficial se llama Tosco? A pesar de lo terrible de su red viaria y de la dureza del terreno, como aventurero me encantó observar el herrumbroso decorado de fracaso industrial comunista y recorrer aquellas carreteras arruinadas. Toda el país parecía estar saliendo de una guerra, convaleciente del sueño megalomano del dictador Hoxha. Albania es uno de los países más pobres del continente. Aunque quizá lo verdaderamente surrealista sea considerar a Albania un país europeo.

El surrealismo empezó ya en Montenegro. Cuando estaba a punto de dirigirme a la capital, Podgorica, para desde allí tomar la ruta principal, encontré un lugareño.

—¿Sabes si siguiendo la costa hay frontera con Albania? En google maps no la veo.

El tipo asintió.

—No tendrás problema. La hay.<!--more-->

He aprendido a desconfiar de las informaciones que dan los nativos. Muchas veces no son ciertas. Y no por malicia. En muchas sociedades se considera mala educación no contestar. Un “No lo sé” es inaceptable. Antes de reconocer ignorancia, se inventan una respuesta.

—¿Estás seguro al 100%? 

—Segurísimo. Es el mejor camino. 

Recorrí toda la orilla del lago de Kotor. Una maravilla geográfica, aunque un disparate de kilómetros. Cuando se acabó la carretera de la costa la cosa cambió. Tuve que hacer un abrupto giro a la izquierda, meterme en el interior y dirigirme a una aldea llamada Vladimir, allí arrancaría la carretera que me llevaría a Albania. El mejor camino posible se tornó una pesadilla sin asfaltar.

m

Entre baches, grava y agujeros, llegué cubierto de polvo a Albania. En la frontera me pidieron el título de propiedad de la moto. ¡Menuda novedad! En 2010 conseguí llegar hasta aquí sin más documentos que mi pasaporte. No me extrañó que este país fuera el paraíso de los Mercedes Benz robados en toda Europa.

Me reciben los Bunkers que teminendo una invasión aliada, Hoxha mandó construir por toda la nación. Los llaman pill boxes (caja de pastillas) por su forma de champiñón. Fábricas en ruinas, grisura y oxido, puentes destruidos, pero una naturaleza salvaje. La carretera es mala y los conductores son homicidas. Caos. Suciedad. Conducen como les da la gana. ¿Habrá autoescuelas en Albania? ¿O directamente venderán los carnets de conducir?

k

Se sucede la miseria y también hoteles de lujo máximo. Es como si el dinero de la mafia cayera sobre el páramo y alumbrara un mastodóntico edificio, aislado del resto del vecindario formado por casas bajas de barata factura. Hay algo de nación a medio hacer. Las gasolineras albanesas son modernas, copias de las que uno encuentra en Italia o Alemania. Y en todas hay un habitaculo destinado a supermercado. “Supermarket”. Y también en todas, estos “supermarkets” son cajas vacías. Ninguno vende nada. Albania es país de supermartkets fantasma.

n

Los albaneses miran con estupor. Curiosos pero no hostiles. Llama la atención es la cantidad de gente joven. El albanés es pueblo que se reproduce rápido. Mezquitas, también iglesias. Los hombres toman café en las terrazas. No he oído la llamada del muecín a la oración, tampoco visto dificultad para encontrar alcohol.

No se ven muchas motos. Y las pocas que hay llevan siempre a un tipo sin casco. Tampoco me sorprende viendo que nadie usa cinturon de seguridad y que el policía que me ha parado por ir como el rayo por estas infames carreteras simplemente me ha recomendado que vaya más despacio.

n

Me gusta Albania, tu seguridad es problema tuyo. Si te despeñas por subir borracho o por hacer el imbécil, a nadie podrás reclamar una responsabilidad que solo a ti te compete. Me hace sentir bien este respeto por la autonomía personal. Ya está bien de que la Administración nos trate como a niños. Reivindico mi derecho a sufrir las consecuencias de mis actos irreflexivos sin que forme parte de las obligaciones del Estado velar por la sensatez de aquellas decisiones que sólo a mí pueden afectar.

Fotos:

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