Si has pasado por Bolivia seguramente habrás vivido la inolvidable experiencia de sentir la llajua o llajwa en tu boca.
Sencillamente sientes que te explota, que un fuego te va adormeciendo los labios, la lengua, el paladar... y ya no sientes nada mas.
La llajua es una salsa muy pero muy picante que se utiliza mucho y en todo el territorio boliviano. Especialmente para acompañar carnes, pero también para bañar verduras. Se hace a base de un pimineto super potente llamado locotos y tomate.
Dicen las cocineras bolivianas, que una buena llajua jamàs saldrá de una batidora. Hay que hacerla con mortero, paciencia y (a mi entender) un poquito de mala intención, esperando sorprender a tu invitado y matarte de risa viendo como se le incendian los ojos por dentro.
En los territorios mas altos de Bolivia se encuentran las versiones mas picantes. Ten especial cuidado cuando comas en puestos callejeros o en mercados: si compras una patata asada con cáscara, te la bañarán (literalmente) con esa salsa explosiva antes que puedas decir que no. Y ya será tarde. ¿Quién le rechaza su plato típico a esa cholita tan simpàtica?
Incluso, cuando compras comida para llevar, te dan una bolsita plástica con la necesaria porción de llajua. Los restaurantes de comida rápida han intentado incorporarla a sus menús, pero con poco éxito. Aquí la gente cocina a diario sus platos como desde hace generaciones, y no hay llajua mejor que la de la tataratatarabuela.
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