Chalbi: la cuna de la humanidad

Chalbi: la cuna de la humanidad
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Si viajáis hasta Kenia, concretamente a una región remota y árida del norte conocida como desierto de Chalbi, al norte de la ciudad de Marsabit y al este del lago Turkana, os podréis retrotraer a los orígenes de la humanidad, como si hubierais viajado atrás en el tiempo subidos en un Delorean.

Y es que el desierto de Chalbi constituye para muchos arqueólogos la cuna de la humanidad, el sitio de donde surgieron las primera criaturas que más tarde desembocarían en el ser humano moderno.

Llegar hasta Chalbi no es sencillo. Marsabit está a un día de coche de la ciudad de Isiolo, en el confín de una zona casi prístina. Es una región tórrida y seca. Apenas hay agricultura. Los nómadas que deambulan por aquí se dedican al pastoreo de ovejas, cabras y camellos.

Nómadas como los pastores transhumantes gabra, que descienden de pueblos cusitas cuyos orígenes se remontan al Cuerno de África. Si buscamos en nuestros genes, descubriremos que no somos españoles, alemanes o japoneses, sino que todos somos africanos, y todos procedemos del Valle del Rift.

(Por cierto, en ese sentido, borrad de vuestra mente la idea de que el rey de la jungla es el león, porque los leones no habitan las junglas, sino las sabanas como las que nosotros habitamos en el principio de los tiempos).

Babilonia de lenguas

Chalbi también es llamativo para los lingüistas, porque aquí se hablan muchas lenguas. Algo parecido a lo que ocurre en el extremo nordeste del litoral de Papúa Nueva Guinea, donde cada pocos kilómetros nos podemos encontrar con una lengua diferente.

Por esa razón, en Chalbi se emplea una lengua vehicular para que todos puedan entenderse: el suajili. Que también es la lengua vehicular que se usa en toda el África oriental. Así es la experiencia de Mark Pagel cuando se encuentra con uno de estos pastores en Chalbi, en su libro Conectados por la cultura:

Uno de ellos es un hombre llamado Dido, que raras veces ha estado a más de cincuenta kilómetros del lugar en que nació, ha pasado su vida llevando su ganado de un lado a otro y solo posee aquello de que puede disponer a lomos de su camello cuando llega el momento de desplazarse de una zona de pastos a otra, cosa que puede ocurrir varias veces al año. Además de su lengua nativa, Dido sabe hablar inglés, por haber pasado una temporada entre misioneros, y otras cuatro: rendille, samburu, Turkana y suajili.

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A pesar de que las cuatro tribus principales de transhumantes viven en una región tan concentrada y se cruzan continuamente, todos ellos han desarrollado sus propias formas de hablar, costumbres, hábitos y tradiciones. Como una forma de distinguirse unos de otros. Algo que parece estar codificado en nuestro ADN. La vida de estas tribus sería más fácil si en un lugar tan desértico hicieran piña cultural, pero nadie quiere ceder en ese aspecto, todos consideran necesario proteger su cultura, y mezclarla con los demás es una suerte de mestizaje inaceptable.

Así es la cuna de la humanidad. Como una reproducción primigenia y a pequeña escala de los vicios y manías de todas las naciones del mundo.

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